Crecí inmersa en un ambiente selvático. Nutrida por la biodiversidad del Pacífico Colombiano en toda su grandeza. Mis padres tenían un refugio a orillas del río San Marcos, en el Valle del Cauca, que se convirtió en el ante jardín de mi infancia. Ese entorno indómito, marginal y salvaje, dejó su huella en mi personalidad, y por supuesto también en mi manera de escribir.

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La escritura es un don universal. Todos escribimos diariamente mil historias en nuestra cabeza. Sin embargo, la gran mayoría de estas historias se quedan hibernando en las profundidades sin ver la luz. Hasta que de pronto aparece un impulso travieso, que las saca a la superficie. Darles visibilidad a esos textos ocultos, es una lucha campal entre los deseos de escribir y el juicio depredador de uno mismo. Es un ejercicio de inmersión hacia la valentía, que implica nadar sin miedo entre manglares oscuros y colonizados de palabras. Los invito a recorrer sus fondos.

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LILIANA GONZÁLEZ REYES